Reparto en vertical: cómo los rascacielos gigantes crean un nuevo trabajo informal en Shenzhen
Qué está ocurriendo en Shenzhen
En edificios como el SEG Plaza, un rascacielos de unas 70 plantas en Shenzhen, ha emergido una economía informal alrededor de la última milla: personas —estudiantes, jubilados y trabajadores por cuenta propia— que reciben bolsas de comida en la entrada del edificio y las llevan hasta las plantas superiores a cambio de una pequeña comisión. La práctica se ha popularizado porque, en horas punta, la espera de los ascensores puede alargarse hasta media hora, lo que impide a los repartidores tradicionales completar pedidos con la eficiencia requerida por las plataformas.
El fenómeno fue documentado por medios como The New York Times y recoge casos concretos: jóvenes de 16 años que ganan alrededor de 100 yuanes al día por este trabajo y cobran aproximadamente 28 céntimos de euro por pedido; operadores locales que coordinan redes de ayudantes y gestionan entre 600 y 700 órdenes diarias; y la intervención de autoridades locales para impedir la participación de menores muy pequeños por motivos de seguridad, dejando en práctica solo a quienes tienen 16 años o más.
Por qué importa: contexto y antecedentes
La historia conecta tres tendencias interrelacionadas: la masiva densidad vertical de centros urbanos como Shenzhen, la expansión de la demanda de entrega a domicilio y la lógica de la “gig economy”. Desde la explosión del comercio electrónico y, en particular, desde la pandemia de 2020, la dependencia de servicios de food delivery y entregas rápidas se ha consolidado. Cuando la ciudad crece hacia arriba en lugar de hacia afuera, la logística de la última milla encuentra nuevos cuellos de botella: ascensores, control de acceso, recorridos internos complejos y horarios concentrados de consumo.
Shenzhen, como ciudad-piloto de apertura económica de China y núcleo industrial y tecnológico de 18 millones de habitantes, funciona a menudo como laboratorio de soluciones improvisadas. Lo que empieza como una respuesta local a un problema operacional puede convertirse en un modelo replicable en otras metrópolis con alta verticalidad —por ejemplo Hong Kong, Tokio o Singapur— donde la entrega dentro de grandes torres también presenta limitaciones similares.
Análisis experto: logística vertical y la “gig within gig”
Desde la óptica de la logística urbana, el caso revela un fallo de diseño sistémico: los mecanismos actuales de reparto todavía están pensados para distancias horizontales y no optimizados para edificios altos con elevadores compartidos. Para profesionales del sector, hay varias observaciones relevantes:
- Elevator queuing como factor operativo: la variabilidad en los tiempos de espera de los ascensores impacta directamente en las métricas de cumplimiento por pedido (tiempo medio de entrega, tasa de cancelación y penalizaciones impuestas por plataformas).
- Externalización informal del tramo final: subcontratar el “último piso” a individuos locales reduce la fricción temporal, pero introduce riesgos de calidad y trazabilidad.
- Economía de incentivos: las plataformas fijan precios y penalizaciones que convierten en inviables los viajes largos con esperas; la respuesta emergente son mercados paralelos con precios más bajos y sin garantías.
- Coordinación y monopsonio local: agentes como Shao Ziyou, que organizan redes de corredores, ilustran cómo la informalidad puede evolucionar hacia estructuras que imponen condiciones y acaparan pedidos.
“La solución temporal resuelve el problema del tiempo, pero no las externalidades: seguridad, derechos laborales ni responsabilidad por fallos en la entrega.”
Para practicantes en logística y urbanismo, el aprendizaje es claro: la última milla en entornos verticales requiere rediseño operativo (sistemas de priorización de ascensores, micro-hubs en diferentes plantas, lockers) y modelos económicos que repartan costes entre plataformas, edificios y consumidores.
Riesgos e implicaciones
La proliferación de este subempleo informal tiene riesgos concretos y consecuencias de política pública:
- Precariedad laboral: ausencia de contratos, seguro, protección social o mecanismos de reclamación para quienes actúan como intermediarios.
- Seguridad y salud: el tránsito rápido por pasillos y escaleras, la carga de múltiples bolsas y la participación previa de menores (motivo de intervención local) incrementan el riesgo de accidentes.
- Responsabilidad alimentaria y de servicio: la delegación fuera de las cadenas formales complica la trazabilidad y la gestión de reclamaciones por calidad o errores.
- Externalidades sociales: tensiones y conflictos entre corredores, repartidores y clientes; posibles sanciones de plataformas a los repartidores que subcontratan sin autorización.
- Legitimidad regulatoria: la práctica se ha tolerado localmente, pero la ausencia de marcos regulatorios claros deja vacíos legales sobre quién responde ante incidentes.
Soluciones prácticas y recomendaciones
Existen intervenciones técnicas, de gestión y de política pública que pueden mitigar el problema sin criminalizar la iniciativa económica local:
- Para plataformas de reparto:
- Revisar tarifas por entrega en edificios de alta verticalidad para internalizar el coste del tiempo de ascensor.
- Ofrecer incentivos por agrupamiento de pedidos a la misma torre y coordinar ventanas horarias menos congestionadas.
- Implementar rutas con prioridad de carga y sistemas de verificación (escaneo final con geolocalización y fotos) que reduzcan la necesidad de subcontratación informal.
- Para gestores de edificios y administraciones:
- Instalar taquillas inteligentes en plantas de entrada o en pisos intermedios para recepcionar pedidos fuera del flujo de ascensores.
- Evaluar sistemas de control de ascensores (destination control) que prioricen tránsitos comerciales en franjas horarias pico.
- Permitir puntos de entrega centralizados o micro-hubs en pisos estratégicos con personal autorizado.
- Para responsables públicos:
- Regular la subcontratación informal garantizando límites de edad, condiciones de seguridad y acceso a seguros básicos.
- Promover acuerdos entre plataformas, administraciones y asociaciones de vecinos para modelos de reparto sostenibles.
- Para trabajadores y consumidores:
- Exigir transparencia en quién entrega y en las condiciones (identificación del reparto, recibos electrónicos) para preservar trazabilidad y seguridad.
- Optar por ventanas de entrega flexibles y recoger en taquillas cuando sea posible para reducir presión en horas punta.
En términos tecnológicos, soluciones como lockers inteligentes, APIs que integren la gestión de ascensores con plataformas de reparto, y micro-hubs en plantas intermedias son prácticas ya probadas en otras ciudades densas y deberían evaluarse en Shenzhen y centros similares.
Conclusión
El fenómeno de los “delivery stand-ins” en rascacielos de Shenzhen ejemplifica cómo la infraestructura urbana configura la economía laboral: un problema operativo —ascensores lentos en torres altas— ha dado lugar a un subempleo informal que resuelve la fricción temporal pero agrava la precariedad y los riesgos. La solución sostenible pasa por compartir costes y responsabilidades entre plataformas, edificios y autoridades, y por desplegar herramientas tecnológicas y organizativas que prioricen seguridad, trazabilidad y equidad. Si no se actúa, la economía de la inmediatez seguirá generando “soluciones” que trasladan el coste social a quienes menos protecciones tienen.
Source: www.xataka.com



