Medio billón de PCs compatibles rehúsan Windows 11; Microsoft complica la migración

diciembre 5, 2025

Medio billón de PCs compatibles rehúsan Windows 11; Microsoft complica la migración

Estado del problema

Un estudio de mercado presentado por Dell durante su presentación de resultados señala que aproximadamente 500 millones de equipos capaces de ejecutar Windows 11 han decidido no actualizar, y que hay otros 500 millones de máquinas más antiguas que directamente no cumplen los requisitos. Al mismo tiempo, Microsoft afirma que «casi mil millones de personas confían en Windows 11», sin especificar si esa cifra se refiere a instalaciones activas, dispositivos habilitados o usuarios potenciales.

«Aproximadamente 500 millones de PCs en el mercado están capacitados para actualizar a Windows 11, pero optan por no hacerlo.»

El debate no se limita al número de dispositivos: Genbeta reporta que Microsoft ha cambiado la forma en que publica la compatibilidad de procesadores, pasando de listas modelo por modelo a agrupar chips por familias. Ese cambio ha generado confusión tanto en usuarios como en administradores, con ejemplos concretos de listados que parecen sobreincluir o excluir procesadores previamente aprobados.

Antecedentes: por qué esto importa y cómo se llegó aquí

La migración a un nuevo sistema operativo es un desafío recurrente en la industria. En 2015, la transición hacia Windows 10 fue relativamente rápida para muchos usuarios, en parte por una campaña de actualización gratuita durante el primer año y por requisitos de hardware menos restrictivos. Windows 11, en cambio, introdujo barreras técnicas que han alterado esa dinámica: requisitos como TPM 2.0, arranque seguro y modelos de CPU concretos han dejado fuera a una parte significativa del parque instalado.

Además, Windows 10 ha dejado de recibir soporte oficial, lo que coloca a usuarios y organizaciones en una situación complicada: o aceptan los costes y la logística de actualizar, o asumen los riesgos de operar un sistema sin actualizaciones de seguridad. Microsoft ha ofrecido esquemas de soporte extendido (Extended Security Updates, ESU); en Europa, por presiones regulatorias, el primer año del programa extendido fue gratuito para algunos clientes, pero eso solo retrasa el problema estructural.

Qué ha cambiado en la documentación y por qué complica la gestión

La precisión en la documentación técnica es crítica para administradores y usuarios avanzados. Anteriormente Microsoft publicaba listados de CPUs compatibles con Windows 11 desglosados por modelo, lo que permitía verificar rápidamente si un equipo concreto era apto. Según el reportaje, la documentación actual agrupa ahora familias genéricas de chips y remite al fabricante para detalles, con efectos prácticos concretos:

  • Usuarios obligados a investigar manualmente la compatibilidad de su procesador.
  • Series completas apareciendo como compatibles aunque solamente algunos modelos lo sean (el caso del Intel Celeron 3000 mencionado en el informe).
  • Procesadores que antes eran excepciones aprobadas desaparecen de las listas públicas (por ejemplo, se cita la ausencia del Intel Core i7-7820HQ en listados relacionados con Surface Studio 2).

La consecuencia es doble: aumenta la carga operativa para equipos IT que deben validar cada dispositivo, y se incrementa la incertidumbre en decisiones de compra y renovación de hardware.

Análisis experto y consecuencias para administradores IT

Para gestores de infraestructuras y responsables de seguridad, la situación crea un conjunto de desafíos tácticos y estratégicos:

  • Inventario y visibilidad: sin una lista clara de compatibilidad, la primera tarea es validar el parque de máquinas —firmware, versión de CPU, estado de TPM— y clasificar dispositivos en «compatibles», «actualizables con intervención» y «no compatibles».
  • Riesgo operativo: mantener entornos con Windows 10 expone a la organización a vulnerabilidades no parcheadas y a problemas de cumplimiento regulatorio. El coste de mitigación (seguridad, segmentación, compensación) suele superar el de una migración planificada si se deja para el último momento.
  • Coste y calendarización de renovación: muchas organizaciones dependen de refresh cycles de 3–5 años. Si la mitad del parque es técnicamente capaz pero no desea actualizar, se abren preguntas sobre incentivos, formación y costes ocultos —soporte, compatibilidad de aplicaciones, prueba de drivers—.
  • Estrategias alternativas: usar escritorios virtuales, contenedores, o soluciones de cloud desktop puede mitigar el problema a corto plazo; sin embargo, estas soluciones añaden complejidad y gastos continuos.

“La respuesta pragmática para TI pasa por una combinación de inventario riguroso, pilotos controlados y evaluación coste-beneficio de refresh vs. compensación de riesgos.”

Riesgos para usuarios y alternativas prácticas

Los usuarios finales afrontan varias opciones, cada una con pros y contras claros:

  • Permanecer en Windows 10 y asumir el riesgo de seguridad: viable a muy corto plazo, pero insostenible sin mitigaciones adicionales.
  • Actualizar a Windows 11 en dispositivos compatibles: lo ideal desde la perspectiva de seguridad, pero requiere comprobar compatibilidad (TPM, Secure Boot, versión de CPU) y, en muchos casos, educación al usuario y ajuste de políticas.
  • Usar herramientas no oficiales como Flyoobe que permiten sortear requisitos: ofrecen una solución técnica inmediata, pero suelen ser no soportadas y pueden introducir vulnerabilidades o problemas legales/licenciamiento.
  • Migrar a Linux: para ciertos perfiles y entornos, especialmente escritorio técnico o uso general, Linux hoy ofrece alternativas maduras; sin embargo, para organizaciones con aplicaciones Windows críticas la migración completa puede ser costosa y compleja.

Desde una perspectiva de seguridad, la recomendación general es evitar soluciones que comprometan integridad del sistema y priorizar parches, segmentación de red y controles compensatorios si la actualización no es inmediata.

Recomendaciones accionables

Para equipos técnicos y responsables de decisiones, propongo un plan de actuación pragmático y priorizado:

  • Realizar un inventario inmediato y automatizado: incluir modelo de CPU, versión de firmware/BIOS, estado de TPM y Secure Boot.
  • Clasificar dispositivos y priorizar por riesgo y criticidad: estaciones de trabajo con acceso a datos sensibles y servidores de negocio al frente.
  • Ejecutar pilotos controlados de actualización a Windows 11 en perfiles representativos para validar compatibilidad de aplicaciones y drivers.
  • Evaluar opciones de mitigación para equipos no actualizables: soluciones de virtualización, escritorios remotos, segmentación de red y herramientas de compensación de seguridad.
  • Presupuestar un plan de renovación a medio plazo y comunicarlo a la dirección con análisis de coste total de propiedad (TCO) frente al coste de mantener sistemas fuera de soporte.
  • Si procede, contratar ESU o alternativas comerciales solo como medida temporal y documentar claramente fechas de finalización y planes de salida.
  • Evitar soluciones no soportadas que eludan requisitos sin garantías, a menos que se gestionen con controles estrictos y aprobación formal de riesgo.

Conclusión

La combinación de requisitos técnicos estrictos, cambios en la documentación de compatibilidad y reticencia de usuarios crea un cuello de botella que amenaza con perpetuar un parque importante de dispositivos fuera de soporte. Para Microsoft esto supone un problema de adopción y confianza; para empresas y usuarios, un reto de seguridad y planificación presupuestaria. La respuesta práctica pasa por visibilidad del parque, priorización por riesgo, pilotos controlados y decisiones de inversión claras. Si no se actúa, el resultado probable es una fragmentación prolongada con costes y riesgos crecientes para todos los implicados.

Source: www.genbeta.com